Portavoz del Partido

Popular extremeño

Aunque mañana mismo saldrá algún lancero desmintiéndolos, con el pobre bagaje de la descalificación, estos son los hechos: aprovechando la tinta de calamar de los Presupuestos de la Junta, Ibarra ha derogado de forma descarada la ley que regulaba el control parlamentario de la publicidad institucional.

La ley llevaba siete años cumpliendo con su cometido: facilitar a la Asamblea la distribución que la Junta hacía del dinero público gastado en publicidad. Todo fue bien hasta que el Partido Popular denunció el descarado favoritismo de la Junta hacia la Ser y Localia. Entonces, Ibarra reacciona y decide poner cortinajes para que no podamos conocer cómo, con quién y para qué se gasta el dinero publico. ¿A qué teme Ibarra?

El Tribunal de Cuentas ha censurado a la Junta por favorecer a la Ser, contratándole campañas sin respetar las normas de publicidad y concurrencia. Lo normal hubiera sido acatar el tirón de orejas de los tribunales, corrigiendo los errores. Ibarra no lo hace, quizás porque no se trate de un error y, con el escaso respeto que demuestra por las decisiones de todos los tribunales cuando no le dan la razón, se empecina en burlar el imprescindible control parlamentario.

¿Ha dado alguna explicación el señor Ibarra para justificar la opacidad que pretende imponer? Ninguna. Como única respuesta dijo: "Yo acepto la enmienda del Partido Popular para que no se derogue la ley que controla la publicidad institucional, si la misma ley se impone en los 20 ayuntamientos más importantes de Extremadura". Difícil negociación cuando el Partido Popular no había presentado ninguna enmienda. ¿Cómo iba a aprobar una enmienda inexistente? Cuando el portavoz adjunto del PP se lo hizo saber, descubriendo la falacia en la que pretendía ampararse, Ibarra se salió del tema, se hizo el ofendido y no dio respuesta alguna. No la dio porque la única respuesta que subyace en la derogación de la ley es que no quiere que sepamos cómo gasta el dinero público.

Todavía estamos esperando los justificantes del gasto de 3.000 millones de pesetas que Rodríguez Ibarra adjudicó caprichosamente a Petsa (propiedad del grupo Prisa) y su entorno con el invento fallido de Canal Sur Extremadura. Y la única razón que se nos ocurre es que no los justifica porque no tiene justificación. ¿Dónde están esos 3.000 millones? ¿Por qué quien va de justiciero y cantaclaro universal, no lo justifica?

Los números de los nueve primeros meses del pasado año 2003 avalan el favoritismo mediático de Rodríguez Ibarra: a la televisión que llega al 100% de los hogares extremeños, TVE, 231.921 euros, y a Localia TV, que cubre únicamente varias grandes ciudades, 217.088 euros; a la Cope, 38.691 euros, a Onda Cero, 48.018 euros y a la cadena Ser, la suma de 161.402 euros. Saquen sus propias conclusiones: como el que paga manda, algunos de esos medios suelen dar más opinión que información, más loas a Ibarra que análisis rigurosos, y sobre todo mucho silencio sobre cualquier propuesta de Carlos Floriano o del PP.

En cualquier caso, les propongo un simple ejercicio: escuchen y analicen los informativos de cada medio de comunicación citado. Cuando ustedes no sepan distinguir si quien ha redactado la información ha sido un periodista o el propio Ibarra, seguro que están ante un medio privilegiado económicamente por la Junta. Qué curioso que me venga ahora a la memoria el nombre de una antigua firma discográfica..., se llamaba La voz de su amo .