Quince euros es el precio de un abrazo, diecinueve, el de un paseo, dependiendo de la distancia, y cuarenta, el alquiler de un amigo para una hora o dos. El menú es amplio, e imagino que se puede elegir edad y sexo, condición física y cierta afinidad.

Una caminata al lado de alguien que no tiene mucho que ver contigo no vale ese dinero, claro. Y no es lo mismo que te achuche una persona parecida a tu abuela o a tu madre que un cualquiera. También existe una carta de supuestos amigos, que deben de ser más baratos que los que se fingen verdaderos. Al menos no tienen que escucharte, solo posar contigo en la foto de instagram, y simular ser la persona más feliz del mundo a tu lado.

No hablamos de Blade Runner ni de ninguna saga fantástica de esas tan de moda ahora. Hablamos de Estados Unidos y Japón, de una empresa privada que en teoría lucha contra la soledad, y acaba de llegar a nuestro país, donde debería ir a la quiebra absoluta.

En apariencia, somos sociales por naturaleza, acostumbrados a las horas de sol y a la calle. Nos abrazamos sin quince euros por medio, nos tocamos, bailamos juntos en las fiestas y nos juramos amistad eterna. Pero existe un problema cada vez menos latente, el de la soledad de las personas mayores, que nos parece tan lejano.

Personas condenadas a no salir de sus casas sin ayuda. Hombres y mujeres que no tienen a nadie con quien pasar una navidad, o una tarde de noviembre, de esas tan frías y con tan poca luz que solo parecen conducir al túnel de las pastillas para dormir, una tras otra. Hasta ahora se ha ido resolviendo con buena voluntad: voluntarios de todas clases, jóvenes que alquilan habitaciones en los pisos de los mayores, grupos de conversación en las parroquias y los centros sociales, clubes de lectura...

Las empresas que vienen de fuera prometen gestionar la ausencia de compañía de un modo más profesional. Un abrazo, quince euros. Un paseo, diecinueve. Hemos acabado poniendo precio a la amistad, y combatiendo la soledad con dinero. Espero que esta empresa no consiga beneficios entre nosotros. Su triunfo sería el resultado de nuestro fracaso.

* Profesora