Alex Grijelmo, presidente de la Agencia EFE ha dicho, delante de los Reyes y de no pocos colegas, un par de verdades: por ejemplo que "estamos rodeados de un tipo de periodismo que activa los peores estímulos". Uno viene denunciando esta situación desde hace años sin que, naturalmente, nadie preste la menor atención. Tampoco le van a hacer caso al presidente de EFE ni a los buenos deseos del propio Rey pidiendo unos medios independientes, veraces, honestos etcétera. Y no van a hacernos caso por dos motivos fundamentales: porque los medios son grandes empresas muy comprometidas y porque el que está dentro, una de dos: o se cree real y ciegamente lo que defiende su radio, periódico o cadena, o sufre una especie de síndrome de Estocolmo de tal forma que entra allí más o menos virgen y termina contagiándose de sus dueños (en el más amplio sentido de la palabra). Cuando quieres seguir fiel a ti mismo, pues te pasa como a Hermann Tertsch , que se te invita a abandonar la nave.

Pero lo malo no es que los periodistas estén (y no escribo estamos no porque me crea una excepción sino porque no me siento periodista) contaminados por el poder que paga o adula o premia o lo que sea; lo peor es que buena parte del público es víctima también de un extraño síndrome que nos lleva a intentar reafirmarnos en lugar de informarnos y no hay más que ver los comentarios que las declaraciones de Alex Grijelmo han provocado en muchos blogs: casi la inmensa mayoría le da la razón, lo cual sería saludable si a continuación no lanzaran la piedra al contrario: para unos lo que hace la SER es tener línea editorial mientras la COPE es sectaria; dos comentarios más abajo, otros lector asegura que es la COPE la que permanece fiel a una línea coherente mientras la SER no es sino una secta del PSOE. Y así.

Lo que realmente me preocupa es que ésta pudiera parecer una columna para periodistas. No. La pregunta que uno se hace ahora es qué simiente está cayendo sobre todos nosotros esparcida por los medios de comunicación. Y sólo se me ocurre una respuesta: mala hierba a partes iguales que anuncia una cosecha de nada, un rebrotar de abrojos, que, según el diccionario es una "planta de tallos largos y rastreros, hojas compuestas y fruto casi esférico y armado de muchas y fuertes púas. Es perjudicial a los sembrados".