Los políticos culpan a la abstención de sus derrotas cuando es precisamente la abstención la prueba más evidente de su propio fracaso. En estos días postelectorales no he oído decir otra cosa a esos señores de la casta política, a los derrotados, que la culpa de su fiasco ante las urnas ha sido la abstención . Que los suyos no han ido a votar. O sea, que ellos son los culpables.

Es lamentable como excusa. Insultante además. Y la mayor prueba de su estupidez. Porque la abstención no es una causa, es un efecto. De su incompetencia, de su lejanía, de su separación con el pueblo y con sus intereses. El culpable no es, como ellos dicen, el pueblo que no les ha ido a votar, los culpables han sido ellos que no han conseguido ni tan sólo que el pueblo vaya a votar. A ellos o al contrario. Porque , y aquí viene la segunda e igualmente perversa falacia. Los votos no son suyos . No son de este u otro partido. Los votos son de los ciudadanos, de todos y cada uno de nosotros. Es lo único que tenemos ante, delante y después del poder. Nuestro voto. Y se lo otorgamos a quien nos viene en gana. O no se lo otorgamos a nadie porque nadie merece ni nuestra confianza ni que tan siquiera nos acerquemos a una urna.

Así que, señores, no nos insulten más culpándonos a nosotros de no haber ido a votar. No insulten tampoco la inteligencia de los que sí fueron. No insulten al pueblo por no haberles votado a ustedes. No sean, en suma, tan zafios en sus derrota. Tengan al menos en ese punto un mínimo de dignidad y de vergüenza y pregúntense por una vez a sí mismo y, aunque sólo sea ante el espejo, si no será que son ustedes quienes lo han hecho rematadamente mal.

*Periodista