Me doy cuenta que mi juventud se va perdiendo de manera inversamente proporcional de la que aumenta mi preocupación por las facturas. Noto como va creciendo con el tiempo en mí misma. Sobre todo en esos meses en los que tengo pánico de comprobar el estado de mi cuenta bancaria si me paso de gasto.

Igual no es tan grave. Soy una privilegiada. Ahora que me acerco a la treintena confirmo que mis dos grandes gastos -aparte del alquiler y de los servicios básicos- se concentran en viajes y libros.

Buscaba uno para la próxima travesía cuando me encontré un fanzine que había quedado olvidado en la estantería. Se titula ‘Pensamiento feminista en América Latina Abya Yala’.

¿Abya Yala? El nombre me era familiar pero no lo conseguía identificar.

Una pista aparece en la primera página: «(...) Alerta que camina la lucha feminista por América Latina. Y tiemblan (...) los machistas que toda Abya Yala va a ser feminista». Es una de las consignas más repetidas en las manifestaciones feministas del 8-M o a favor del derecho al aborto.

Resulta que Abya Yala es un sinónimo para América utilizado por diferentes pueblos indígenas y movimientos sociales. En su lengua de origen, la del pueblo kuna de Panamá y Colombia, significa «tierra madura», «tierra viva» o «tierra en florecimiento». Es un concepto político para oponerse no solo a la denominación colonizadora del continente, sino también a la globalización y a las políticas neoliberales que arrasan con su modo de vida.

En la vieja Europa tenemos tan asumido que nuestro modo de vida es el único viable que vemos pobreza o incluso miseria en aquellos que viven con poco. Puede que exista. O puede que haya personas que no necesiten más.

Estaría bien preguntarse para qué trabajamos. O para quién. Para qué invertimos un tercio de nuestro día, ocho horas de jornada, como mínimo, en producir y producir.

Y creemos, o nos han hecho creer, que esa es la inevitable realidad. La verdad universal desde que el mundo es mundo. Que no hay alternativa. Que el trabajo dignifica. Así que gasta en eso tu vida.

Nunca la humanidad había estado tan conectada y a la vez tan aislada de otras visiones. Qué bueno sería explorar y aprender de otros modos de vida. Pero lo cierto es que, mientras tanto, servidora volverá a su trabajo. Que las facturas no se pagan solas.