Saltaba de página en página, sin interés, apático. Pronto acabaría su jornada laboral y marcharía de vacaciones de Navidad. En sus manos tenía un periódico antiguo. De repente, su mirada se fijo en una de las columnas laterales. No sabía bien por qué. ¿Qué le hizo detenerse allí? ¿Sería la fuerza rítmica del titular? ¿Qué sería aquello de ETA? Estaba apunto de marcharse. Pero decidió que no; se quedaría y leería aquello de: Los que acabaron con ETA . La noticia no era larga. De forma esquemática se decía: La que un día fuese banda terrorista ha dejado las armas. Sus dirigentes están pendientes de juicio.

El recientemente elegido lehendakari negro Juan José Burkinafaso Gaizkoitia de Todos los Vascos declaraba ayer que era el día más feliz de su vida. Por fin, los vascos y las vascas podrán vivir libremente en una tierra espléndida como esta. Por fin, acabó esta pesadilla. Según fuentes consultadas por este periódico, las claves de la rendición incondicional del grupo terrorista han sido dos: El principal partido de la oposición llevaba tiempo trabajando de la mano con el Gobierno. Muy atrás quedaban ya, otros tiempos ruines donde se utilizaba el terrorismo para desgastar al Ejecutivo, aprovechando cualquier oportunidad para sacar rédito político de las vilezas de unos piraos. De otro, la inmigración, tan denostada por algunos, había resuelto la ecuación; el embrollo de un proceso de violencia, nacido con y, en parte, por el franquismo. Aquel lejano año de 2007 en que acabó el horror terrorista había empezado de forma muy significativa. El primer bebe nacido en España era de padres rumanos y las últimas víctimas de ETA dos humildes ecuatorianos. Y es que además de viajando y leyendo, el nacionalismo radical se cura con la integración. Las sangres se mezclan, las identidades se diluyen; y se evaporan los dogmatismos intransigentes". (El Imparcial, domingo 30 de diciembre de 2007).

Ahora sí, por fin, iría a casa. Tomaría el tren de alta velocidad. En cinco horas cruzaría los Pirineos y surcaría la piel de toro hasta llegar a su pequeño pueblo, de cal blanca como la nieve. Allí le esperaban las tostadas de caldillo, la sierra y sus espárragos, el nuevo año de 2030 cargado de sorpresas y aquel titular impactante en su memoria: Los que acabaron con ETA .

Francisco J. Rodríguez **

Salamanca