La apertura al tráfico del primer tramo cacereño de la Autovía de la Plata, Puerto de Béjar-Aldeanueva, representa un hito para una provincia tradicionalmente discriminada en materia de infraestructuras. Sin embargo, esta realización no debe ocultar el retraso histórico que acumulan la mayoría de las obras de la N-630 a su paso por Cáceres. En el mejor de los casos, el trayecto entre la capital y Plasencia no estará listo hasta finales del 2005, y ello si no se demora más de lo previsto el inicio de las obras entre Cañaveral y el cruce de Hinojal, actualmente en fase de licitación. Además, el enlace entre Cáceres y Aldea del Cano sigue en proyecto, sin que haya previsión de que la construcción finalice antes del 2007, lo que perjudica ostensiblemente a los miles de conductores que se desplazan a diario entre la capital de provincia y Mérida.

El día a día político está demostrando que los dos años electorales, 2003 y 2004, traerán consigo una considerable aceleración de las obras de la Autovía de la Plata. Pero, ¿y a partir del 2005? ¿Se mantendrá el impulso inversor? ¿Se empezarán a construir de una vez por todas la Cáceres-Trujillo y la Mérida-Ciudad Real? Es necesario que así sea y que se demuestre anualmente en los Presupuestos Generales del Estado. El progreso de Extremadura no puede depender de que haya elecciones o no. Porque acelerar la transformación en autovía de la vetusta 630 no es un favor del Gobierno, sea del signo que sea; supone saldar una deuda histórica con los extremeños.