XExn septiembre del año pasado, cuando participaba yo en un evento regional, vino a parar a mis manos el disco Barrunto de Acetre, que una encantadora miembro del grupo musical extremeño me regaló amablemente. Cuando llegué a casa, escuche por primera vez las composiciones de esta última grabación, que --confieso-- no había tenido ocasión de descubrir con anterioridad, lo cual lamento mucho. Fue para mí un auténtico hallazgo. Enseguida incorporé esa ideal música a los discos que suelo escuchar de fondo cuando escribo mis novelas. Y Barrunto llegó a convertirse en una especie de banda sonora que me acompañó durante gran parte del tiempo que dediqué a mi último libro, El cautivo. Digo esto porque me parece algo de justicia. Desde luego, no se me ocurriría referir una por una las composiciones que me ayudan a inspirarme mientras creo mis historias. Pero, siendo Acetre un grupo extremeño, la cosa cambia.

Considerado generalmente como folk, lo que hace Acetre pertenece desde su fundación al orden de los grupos que rescataron y popularizaron ese estilo extremeño o extremeñista de música que tanto se escuchaba en el último lustro de los años setenta y que fue decayendo ya en los ochenta.

Recuerdo a Adarve, Manantial Folk, Siembra... y otros muchos. Algunos han desaparecido, otros permanecen. Era un trabajo serio y que ayudó mucho a la identificación regional, o a eso que se ha llamado la identidad . Particularmente, el recuerdo de esas músicas estará siempre unido a mis años de instituto y a los primeros cursos de la universidad.

Ahora viene la sorpresa. Aunque fundado en 1976, es decir, en aquellos años, Acetre ha superado la prueba dura de la generación , que en música difícilmente va más allá de las dos décadas, y se ha insertado gloriosamente en lo que yo identificaría con un género más amplio que el folk: lo que se conoce consensualmente como músicas del mundo ; otras músicas, otras voces, otras canciones..., que cada vez tienen más aceptación en este principio de siglo mestizo, en el que priman --gracias a Dios-- la diversidad y la mezcla de culturas. Aquí se engloban muchas composiciones actuales que superan las barreras étnicas, las fronteras físicas, culturales y temporales para integrar épocas, ritmos de pueblos diversos, instrumentos, etcétera, desde lugares exóticos como Brasil a Camerún, a otros más fríos, como Irlanda o Dinamarca; el celta, el flamenco, las simbiosis, las mezclas... Desde luego, el purismo no debe perder su sitio, pero sin enfrentarse a esta nueva era donde ya tiene su espacio nuestra Extremadura gracias a Acetre.

El disco Barrunto es fantástico. Ahí están los más antiguos y populares cantos de nuestra región, como las Purificás de Monroy, La Serrana de la Vera, las Alboradas de Fregenal, los Auroros de Zarzacapilla, junto a un acertado sentido bicultural al incluir temas portugueses como verdegaios, fados o corridos, en un esfuerzo válido por ir más allá del espacio puramente local o regional.

Los perantones, tonadas festivas, alboradas y coplas extremeños se desenvuelven con naturalidad entre sutiles violines, panderos, la gaita extremeña, el acordeón, la flauta... con unas voces que resuenan con un sabor de antaño, de siempre, pero sin caer en el puro folclorismo tradicional que conserva su lugar propio.

Es comprensible que a Acetre se le haya propuesto recientemente hacer la banda sonora de una importante serie para la televisión.

Desde luego, para un novelista histórico, como es mi caso, su música es sugerente, evocadora y, por encima de todo, de gran calidad. ¡Enhorabuena a Acetre!

*Escritor