WDw e la misma manera que los padres enseñan a los niños que en la calle no han de hablar con desconocidos, deben inducirles a observar un comportamiento similar cuando se sumergen en la red. Esta es la única manera de evitar que sigan creciendo las estadísticas de acoso a menores a través de internet. No hay otra forma de luchar contra esa tara de las nuevas tecnologías, a la que es improbable que quepa oponer mecanismos de seguridad preventiva, filtros o cualquier otra forma de control que, incluso dando por supuesta su dudosa eficacia, no dañen uno de los bienes más preciados en las sociedades democráticas: la inviolabilidad de la vida privada.

Aunque los agentes de policía han multiplicado las charlas dirigidas a menores y adultos, solo el compromiso de estos en vigilar el uso que sus hijos hacen de internet puede evitar que cada día algún menor sea víctima de acoso por parte de desaprensivos que, las más de las veces, se hacen pasar por niños en el seno de foros infantiles. Puesto que se trata del delito contra las personas que más preocupa de cuantos se perpetran en la red, hace falta que la tarea policial se complemente con la de los ciudadanos.

Navegar por internet y estar presente en las redes sociales no es un ejercicio inocuo. No por ser una obviedad debe dejarse de recordar. Y en el caso de los niños, menos, porque el estado de indefensión en el que se encuentran cuando navegan por su cuenta es poco menos que ilimitado.