El 12 de octubre, Fiesta Nacional de España y Día de la Hispanidad, no suscita el consenso que rodea, por ejemplo, al 4 de julio en EEUU o al 14 de julio en Francia. Que el acto central sea un desfile militar contribuye aún más a que haya sensibilidades que no se encuentren representadas. Y muchos españoles se sentirán aún menos interesados si el Gobierno hace un uso partidista de la festividad, convirtiéndola, como este año, en un homenaje a los países que participan en la ocupación de Irak, que rechaza gran parte de la sociedad española.

El PP ha criticado al líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, por no haberse levantado al paso de la bandera de EEUU, y pretende cuestionar su patriotismo por esta actitud. Zapatero quizá podría haberse limitado a ponerse de pie en señal de respeto, sin aplaudir a las fuerzas bajo cuya dirección España sirve como fuerza ocupante. Pero su actitud es coherente. A diferencia de años anteriores, no desfilaban fuerzas participantes en misiones de paz, ni los soldados de EEUU estaban recibiendo un homenaje como el que se les brindó tras el 11-S. El desfile del pasado domingo fue un acto de exaltación del belicismo de EEUU. Y millones de españoles tampoco lo habrían aplaudido.