El viernes pasado vivimos en el Parlamento de Extremadura un hecho que, de raro y novedoso, empieza a ser habitual: el PP pactando con el PSOE los presupuestos de la región o lo que es lo mismo no presentando enmienda a la totalidad y permitiendo su tramitación. Van ya dos años que Monago le salva las cuentas a Vara con el consiguiente pataleo de Podemos y de su líder, Álvaro Jaén, que por lo dicho desde la tribuna de oradores tiene un ataque de cuernos de muy señor mío. Los populares, con responsabilidad --y evidentemente con grandes dosis de estrategia--, se han instalado en aquello que llaman «la oposición constructiva» y han optado por la fórmula denominada ‘el abrazo del oso’, un modus operandi político que consiste en apoyar al enemigo o dejarle respirar para así estar permanentemente en la escena política y, de paso, ser visto por los ciudadanos como alternativa de gobierno. Esa misma técnica la usó el PP en la legislatura en que Vara fue presidente por vez primera y funcionó. Tanto que ganaron las elecciones después de 28 años.

El PSOE está ahora en minoría en el Parlamento extremeño y eso le obliga a optar irremediablemente por una de las dos opciones posibles: o la derecha o la izquierda, o el PP o Podemos. Porque las dos posibilidades a la vez --e incluso tres con Ciudadanos como se ha llegado a plantear--, resulta imposible. Podría pactar con Podemos, al fin y al cabo ambos partidos profesan una ideología común, pero visto lo visto y oído lo oído esta última semana empieza a ser inimaginable. Primero porque la mezcla del PSOE y Podemos parece no ya la del aceite y el agua, sino la del sodio y el agua, que explota con solo entrar en contacto. Se aprecia más enemistad entre ellos que con respecto al PP y por ambos lados. Y segundo porque los pactos dependen no sólo de los partidos, sino también de las personas y la consejera de Hacienda extremeña, Pilar Blanco Morales, y el líder de Podemos, Álvaro Jaén, tienen incompatibilidad de caracteres hasta su punto más alto.

La responsabilidad por no llegar a un acuerdo ambas formaciones no se le puede atribuir en exclusiva al PSOE. Podemos también tendrá algo de culpa por no saber traerse la voluntad de un gobierno de izquierdas a su redil. Y su estrategia ahora de presentarse como única oposición frente a «una gran coalición del resto de partidos» no tiene demasiado recorrido porque parece sacada del despecho. En Extremadura todo el mundo sabe quién es el PSOE y quién es el PP como para indicar que son la misma cosa. Lo de ahora es una relación interesada abocada a un divorcio express en cuanto se aprueben las cuentas el 24 de enero. La relación del PSOE con el PP es incómoda para los socialistas como un jersey de lana puesto sobre la piel aunque saben que deben pasar por el yugo del acuerdo dada la situación económica de la región y el mandato del todopoderoso Montoro. Ya vendrán tiempos mejores y queda legislatura para romper si a cambio se presentan resultados ante las urnas.

El PP también tiene un desgaste dentro de sus filas. No todo es fiesta y aplausos. Hay una parte del partido que no entiende que se le den alas a Vara. Hay que tener en cuenta que los populares están en fase precongresual (tendrán cita regional en marzo) y que los alcaldes populares tienen más peso específico cuando el partido no gobierna como ahora. Monago manda pero consulta y esta vez el beneplácito del partido también viene porque los municipios gobernados por los populares precisan de inversiones y de dinero contante y sonante que no dependa de una prórroga o un pacto con terceros.

De todas maneras, la memoria de la ciudadanía es frágil. Y con dos años y medio de legislatura por delante puede ocurrir cualquier cosa. Hasta que el PSOE y Podemos acaben por darse la mano nuevamente. Es cierto que cuando Vara ganó las elecciones en 2015 y Podemos le dio el sí en su investidura, después de aquellas conversaciones que finalmente no se materializaron en nada, todo indicaba una unión duradera y un socio o interlocutor preferente frente a quien les había humillado y vilipendiado en la oposición. En año y medio todo ha cambiado, tanto que el PSOE no quiere saber nada de Podemos y al contrario, y el PP se presenta como salvador in extremis de un panorama abocado al fracaso.

Ver para creer las cosas que tiene la política y los extraños compañeros de viaje que se hacen. Sin ir más lejos, el PP con Izquierda Unida en la pasada legislatura.