Un juzgado de Palencia ha ordenado prisión provisional del matrimonio que -parece ser- arrojó a su hijo recién nacido a un río cuando la criatura todavía estaba viva. Una noticia espeluznante e inhumana de la que se han hecho eco todos los medios de comunicación. Cuando leía esta noticia, me acordé de las declaraciones de la ministra Celaá -con las que estoy totalmente de acuerdo-- cuando recientemente afirmaba que «no podemos pensar de ninguna manera que los hijos pertenecen a los padres». Un hijo es una criatura que se pertenece a sí mismo, no es un esclavo al que se le pueda violentar y eliminar. Y también pensé que si unos padres no pueden eliminar a un hijo después de nacer tampoco debería poder hacerlo antes de nacer, pues es el mismo ser vivo. En España alrededor de cien mil niños son eliminados cada año. Una decisión traumática y terrible para las madres que optan por eliminar a la criatura que llevan dentro. Ante esta luctuosa realidad --que puede ser provocada por la ignorancia, el miedo, la enfermedad física o mental, los apuros económicos, y un largo etcétera--, veo claro que, en España, los gobernantes y la sociedad en general debemos ayudar a estas madres potenciales para que no se deshagan del fruto de sus entrañas; seguro que es lo último que desean. Sería un verdadero progreso irlo consiguiendo poco a poco.