WLwa dirección de Seat y los representantes de los trabajadores han cerrado un acuerdo para reducir la plantilla en casi el 10% de sus efectivos. De esas 1.346 bajas, 660 tendrán forma de despido, aunque con indemnizaciones y condiciones de readmisión pactadas. De esta forma, lo que parecía un problema irresoluble, con las habituales amenazas en el forcejeo negociador, ha terminado en un aceptable ejercicio de realismo.

La filial del grupo Volkswagen se gastará unos 50 millones de euros en adaptar sus efectivos a la producción real de estos momentos, y a la vez anuncia su voluntad de luchar por conseguir nuevos modelos, aumentar la carga de trabajo y, en el plazo de dos años, incrementar la nómina en 500 plazas. Las 660 personas que salen ahora contra su voluntad tendrán preferencia para ocuparlas.

Está claro que se trata de un acuerdo acomodaticio por ambas partes, obligadas a adaptarse a una realidad muy cambiante que no permite dar nada por definitivo. La empresa tiene que ofrecer buenas perspectivas a su matriz, mientras que los trabajadores han entendido que si Seat es la única marca del grupo VW cuyas ventas han descendido este año su actitud no podía ser numantina.