Definitivamente, parece que vamos a decir adiós a la austeridad con el asentamiento en el poder de Pedro Sánchez y su cohorte. Porque están armando un gobierno en el que va a haber al menos veinte carteras a repartir. Con lo que aquel empeño de Rajoy por reducir las estructuras políticas, para dar ejemplo y ahorrar dinero al erario público, va a tardar en desaparecer más o menos el mismo tiempo que emplearon socialistas, comunistas, independentistas y filoetarras en desalojar al propio Mariano de La Moncloa, moción de censura mediante. Y es que al gallego lo brearon entre todos, cuando el hombre casi pierde las barbas con la preocupación de sacar a España del hoyo en que la dejó Zapatero. Porque se habla poco de que estábamos a punto de caer al precipicio de la intervención, de la reducción del cuerpo funcionarial, de la rebaja drástica de las pensiones, cuando llegó un veterano de la política para cuadrar cuentas, poner orden, insuflar oxígeno al Estado de Bienestar y darle un empujón al país, para que saliera de la camilla de UCI en que la había dejado el calamitoso socialismo. Y todos estamos de acuerdo en que Rajoy no era perfecto, y que no siempre acertó. Pero, ¿quién atina siempre en esta vida? O sea, que sería profundamente injusto no reconocerle que supo tomar los mandos de ese transatlántico que es España, y que consiguió enderezar su rumbo hasta llevarla a buen puerto. Y que, cuando pidió un sacrificio a los españoles, empezó por exigir a gobiernos municipales, regionales, y a su propio gobierno, un ajuste que se tradujo en la reducción de altos cargos, de personal de libre designación y de organismos poco útiles, así como en la eliminación de muchos de los privilegios de los que, hasta entonces, disfrutaban los políticos de todos los colores. Pero, como digo, con el asentamiento en el poder de Sánchez, esa política de sobriedad y rigor quedará obsoleta. Porque, de nuevo, llega la hora del despendole, de repartir cheques por doquier y de buscar acomodo a cuantos más conmilitones mejor. El primer síntoma de esa deriva será una foto con un Consejo de Ministros atestado. Y, después de eso, no duden de que, entre todos, montarán una fiesta inolvidable con el dinero de esos paganinis en que nos hemos convertido los ciudadanos de a pie. * Diplomado en Magisterio