Las Vegas Sands Corporation ha descartado definitivamente la posibilidad de instalar en España su publicitado proyecto Eurovegas. Primero había tanteado la idea de establecerse en las cercanías de Barcelona y luego optó por Alcorcón, una localidad muy próxima a Madrid. Poco antes de las fechas previstas para la colocación de la primera piedra, la compañía del multimillonario Sheldon Adelson dio carpetazo ayer al asunto con el argumento de que el Gobierno español había rechazado sus propuestas. En realidad, las últimas condiciones del magnate del juego se parecen más a una excusa para tirar la toalla que a una propuesta empresarial.

Adelson pretendía, por una parte, que el Gobierno español restringiera por ley la competencia en el negocio del juego para proteger los intereses de la compañía norteamericana. Es habitual que las corporaciones más ferozmente capitalistas sean las más agresivas en la limitación de las reglas del mercado, que son justamente la esencia del capitalismo. Pero la segunda y definitiva pretensión que ha empujado al Gobierno a la negativa era una cláusula de garantía no solo de los beneficios previstos, sino de indemnización para el caso de que la legislación española pudiera cambiar en el futuro y dañar --desde el punto de vista de Adelson-- la cuenta de resultados de Eurovegas.

Admitir eso hubiera implicado aceptar que España es un país carente de seguridad jurídica, y por eso el Gobierno ha cerrado la puerta a un inversor tan sumamente voraz. Del caso de Eurovegas debería extraerse, como mínimo, una lección: los peligros de la propaganda vacía. Tanto en Cataluña como posteriormente en Madrid se acogió con los brazos abiertos, con el pretexto de unas presuntas inversiones que debían generar puestos de trabajo, a personajes multimillonarios, sí, pero con una pésima reputación mundial. Si no se les hubiera regalado tanta publicidad gratuita, hoy la desafección de Eurovegas/Alcorcón no aparecería como un segundo fracaso de Madrid tras el rechazo de su candidatura olímpica.

El millonario de Nevada ha puesto ahora su objetivo en Tokio, que se llevó precisamente la candidatura de los JJOO del 2020 y que se dispone a legalizar los casinos, lo que le dará la oportunidad de ampliar los negocios de que ya dispone en las cercanas Macao y Singapur.