WLw a Junta de Extremadura devolverá al concesionario el automóvil de la marca Lexus que compró la Consejería de Economía. Con esta decisión, que ayer tomó el presidente Fernández Vara, el Ejecutivo pretende poner punto final a un episodio que lo ha tenido contra las cuerdas, puesto que los argumentos dados para mantener el coche eran endebles frente al compromiso de austeridad que la Junta había contraído.

La mayor damnificada ha sido, lógicamente, la vicepresidenta segunda, María Dolores Aguilar, que según desveló ayer el presidente había presentado su dimisión. El PP cumple con su obligación al pedir que se vaya y al criticar a Vara por no admitírsela, al tiempo que es entendible que el presidente no aceptara su renuncia puesto que hacerlo sería admitir una responsabilidad sobrevenida en la decisión de Aguilar. Con todo, lo importante de este asunto son las consecuencias. El presidente de la Junta ha aprovechado la coyuntura y ha pedido al Parlamento que elabore una especie de código de buenas prácticas en el que se establezcan las condiciones precisas para que la austeridad guíe a las instituciones. Es preciso que esta idea fructifique, porque ser austeros es una responsabilidad de quienes manejan fondos públicos, con independencia de la situación económica. Los antecedentes, sin embargo, no invitan al optimismo: los diputados que tengan que decidir sobre conductas austeras serán los mismos que no hace mucho apoyaron sueldos para todos, cuando su necesidad es más que discutible. Pero si de resultas del ´caso del Lexus´ surgiera una nueva actitud ahorradora en nuestros representantes, habría que darlo por bien empleado.