TNto sabemos qué mesa de redacción, qué despacho desaprensivo o qué concienzudo estudio económico determinó que debía desaparecer, pero se lo han cargado. Estas decisiones casi siempre responden a razones logísticas o económicas. Y es posible que los directores de periódicos, a quienes se les exige más conocimientos de economía que sensibilidad, se hayan decantado por los números. Nadie ha tenido en cuenta el dolor que genera en miles de personas su ausencia ni examinado la mutilación a que han sido sometidas aquellas que desde bien tempranito sabían que tendría un día lleno de agradables sorpresas, de respuestas galantes, de guiños y complicidades. Se olvidaron de aquellos a quienes se les advertía que no era buen día para el juego, se precavieran de los compañeros de trabajo o evitaran las refriegas familiares, dejándoles, en su ignorancia. Pero la sociedad vive en la cantidad, ama las cifras y no se pregunta jamás sobre lo esencial, por eso a él lo han desterrado y han puesto en su lugar al Sudoku, un don nadie sin una goma de borrar al lado.

No son, ciertamente, buenos tiempos para la lírica, querido horóscopo. Así, que adiós.

*Licenciado en Filología