Escritor

Mi amigo me llamó con urgencia para que le diera un consejo de paso y tomar bacalao dourado. El consejo se lo dí, pero el bacalao dourado cada vez lo hacen peor. Portugal poco a poco va perdiendo sus esencias y eso sí que es una gran desgracia. Las toallas tampoco son lo que eran. Mi amigo tenía tantas cosas de qué quejarse, que la langosta casi me la como yo solo. De vez en cuando se le iba una mirada por la ventana y musitaba que le habían hecho la vida imposible. Como tiene una buena pluma le aconsejé:

--Por qué no escribes tus memorias. Un periódico por dentro es una fuente inagotable de conocimiento. La historia de la redacción del diario HOY desde la guerra hasta nuestros días, sería como volver a escribir el Ingenioso Hidalgo...

--Ya, pero yo me conformo con contar lo que han hecho conmigo cuatro canallas.

--Pues cuéntalo.

--Es que me temo que no le va a interesar a nadie, y además los canallas van a seguir vivos y coleando.

Habíamos pedido unas cañaillas y las miró raro:

--Pides unas cosas muy raras.

--Es que te veo tan jodido...

Y mientras se peleaba con las cañaillas, tratando de sacar el misterioso gusano, las interjecciones se le atropellaban con denuestos de todos los calibres, porque como se sabe somos muchos los llamados y pocos los escogidos. Cuando agarró el mazo para abrir los tentáculos de la zapateira, creí que como un presidente de audiencia me daba con él en la cabeza (por cierto que don Ramiro está felicísimo) los ojos se le tornaron violáceos, y al primer martillazo le entraña de la zapateira saltó por los aires como queriéndome demostrar lo que hubiera hecho con el gerente de su empresa. Como lo veía tan atareado yo mismo hacía de correa transmisora y le pasaba una cola de langosta, mientras se le erizaban los pocos pelos de su cabeza. A nuestro lado, una familia daba cuenta de un platazo de bacalao dourado, las suegras entraban a saco en la bandeja y se metían el bacalao como si lo mandara el Corte Inglés, mientras mi amigo las miraba con envidia:

--Perdona, Manolo, ¿no te has quedado con hambre?

--Pues, no.

--Yo si no te importa voy a pedir una bandeja de bacalao dourado.

Y con el bacalao fue ya el escándalo en adverbios y desencantos.