El aeropuerto internacional de Extremadura dio ayer un paso más, y decisivo, para que sea una realidad: el promotor, la Caja de Extremadura, anunció por boca de su presidente, Jesús Medina, su emplazamiento, su estudio de viabilidad y los pasos que ha de dar para que en el año 2012 esté en funcionamiento. Y lo hizo, además, en la Presidencia de la Junta y ante su titular, Guillermo Fernández Vara, quien respaldó el proyecto y comprometió el apoyo de la Sociedad de Fomento en una cuantía que está por determinar.

Las incógnitas que despeja el proyecto se dirigen también a dar tranquilidad a los sectores que habían dudado de que se convirtiera en realidad el anuncio que hizo el anterior presidente de la Junta cuando, en junio del 2006 y en el debate sobre el estado de la región, afirmó que se estaba proyectando un aeropuerto internacional de Extremadura "en Cáceres". Desde entonces hasta ahora se había generado una creciente inquietud sobre el verdadero significado del complemento de lugar "en Cáceres", avivado por la idea de que el término municipal de la capital termina más cerca de Mérida que de ninguna otra ciudad.

Lo importante, con todo, es que el emplazamiento --a 17 kilómetros al sur de la capital cacereña; a 65 de Badajoz y a 50 de Mérida-- no es fruto de razones políticas, sino técnicas, y en este sentido es un acierto haber dado a la luz las razones por las cuales se decidió ubicar el aeropuerto cerca del río Ayuela y de Aldea del Cano, y por qué no son idóneos otros cinco enclaves manejados, incluido el Aeropuerto de Badajoz.

El aeropuerto internacional es una operación empresarial y financiera que comporta riesgos (cuesta 180 millones de euros, 300.000 millones de pesetas) y, según el estudio de viabilidad, tendrá a medio plazo una "prudente rentabilidad financiera". Ello quiere decir, por un lado, que sus promotores --la Caja de Extremadura en principio y los sectores económicos y empresariales que se incorporen más tarde-- persiguen antes la rentabilidad social que la pura cuenta de resultados, sin renunciar a ésta. Es una suerte que en Extremadura haya instituciones con capacidad financiera para acometer proyectos de esta envergadura y para que se arriesguen en beneficio, antes que propio, de la comunidad.

El futuro es complejo: la competencia no deja de crecer y cada vez hay más y mejores conexiones de transportes y comunicaciones. No es un escenario fácil el que tendrá el aeropuerto internacional, incluyendo en ese escenario el nuevo proyecto de Lisboa de ubicar su nuevo aeropuerto a 170 kilómetros de Badajoz, pero lo que es seguro es que el futuro, además de complejo sería más complicado para esta región si no emprende iniciativas como ésta. El aislamiento ha sido un decisivo factor que ha hecho que en esta tierra el desarrollo cueste más y llegue más tarde que en otras bien comunicadas; precisamente porque la comunicación es progreso. El aeropuerto internacional es un elemento más, como las autovías o como el AVE, en la estrategia de hacer que Extremadura esté cerca de cualquier sitio.