XHxace unas semanas el país más poderoso del planeta sufría los efectos de dos huracanes devastadores, que no tuvieron ni compasión ni miedo de su omnipotencia y supremacía mundial, y es que algo está cambiando a marchas forzadas en este planeta, sin que los países tomen conciencia seria sobre la cuestión.

Por más que los científicos más prestigiosos del mundo se empeñan en avisarnos y ponernos en antecedentes de las consecuencias desastrosas a las que estamos casi destinados a padecer, no somos conscientes del problema y solemos resignarnos con dejar pasar el asunto porque quizá lo vemos demasiado lejos, y de manera tremendamente egoísta hacia nuestros hijos no hacemos nada por contribuir al cambio.

Demasiadas veces se asocia contaminación, deterioro medioambiental, consumismo atroz a los espacios urbanos, y es precisamente en esos entornos donde se suelen gastar mayores esfuerzos en combatir estos temas, mediante la sensibilización de la población y la realización de campañas del tipo día sin coches , todas ellas encaminadas a paliar el mismo problema. Sin embargo, en las zonas rurales aún lejos de tomar conciencia en estos temas, al menos de manera práctica, nos creemos que por tener un cielo limpio, un parque de vehículos pequeño, unos magníficos paisajes y toda una serie de parámetros que marcan un índice de deterioro y contaminación nada preocupantes, no tenemos que hacer nada y en algunos casos, de manera poco ética y respetuosa no nos importa llenar el campo de escombros y de electrodomésticos viejos, cambiar el aceite del coche en cualquier explanada, verter a los ríos productos altamente contaminantes, realizar talas de bosques sin planificación, poner en marcha obras públicas y privadas sin respetar el entorno y construir segundas viviendas en zonas no permitidas.

El panorama se presenta un tanto preocupante, más si nos detenemos en pensar un poco en nuestros hijos y nuestros futuros nietos, ¿Acaso ellos tendrán la oportunidad de disfrutar y de sentir la naturaleza del mismo modo en que nosotros lo hicimos? Evidentemente si seguimos por este camino, no será posible. En Extremadura parece que nos hemos dado cuenta y nos hemos planteado este tema en serio, o al menos eso parece con la puesta en marcha del programa Agenda 21, que desde la Consejería de Desarrollo Rural está ya en marcha y que persigue el desarrollo sostenible en las zonas rurales, mediante la implicación de todos los agentes sociales, económicos y políticos, a través de la participación en foros de debate y el impulso de medidas específicas para paliar los problemas del medio rural mediante el diseño de proyectos concretos emanados de la población local.

Espero y deseo que esta nueva agenda esté repleta de ilusiones, de esperanza y de fuerza para poder levantar esa losa que tanto pesa en nuestro planeta, que nos sirva para evolucionar y progresar de manera civilizada, que evite al máximo la confrontación y la división de la ciudadanía y que sobre todo, permita a las futuras generaciones vivir con el orgullo de saber que quiénes tuvieron la oportunidad de decidir sobre su calidad de vida, pusieron todo el empeño y esfuerzo en ello.

*Técnico en Desarrollo Rural