Es evidente que, de un tiempo a esta parte, el gobierno extremeño ha encontrado en el agravio un motivo político para acentuar su apoyo electoral. Extremadura es una comunidad que viene recibiendo desde Madrid un trato discriminatorio si se compara con otros territorios y la ciudadanía está más que harta de comprobar que hay regiones que a la hora del reparto sacan mayor tajada porque tiene más población, derechos históricos o nacionalismos inconformistas. Tanta es la diferencia que en algún caso se raya el insulto y se alcanza la ofensa y eso es un obús electoral contra quien se ponga por delante. El tren y su estado deplorable en los últimos meses es ejemplo de ello. Nunca hasta ahora se había logrado un apoyo tan explícito a un gobierno desde todas las esferas sociales y éste no lo menosprecia. Todo lo contrario, lo fomenta.

Es cierto que a la Junta, del PSOE, le es muy fácil poner en un aprieto a Rajoy y su consejo de ministros, del PP. Vara no sólo se arropa en la bandera de Extremadura y todo lo que ello lleva aparejado, sino que, encima, le mete el dedo en el ojo a la oposición de Monago, la cual no sabe cómo defenderse. O le apoya y con ello viene a participar de su estrategia o se posiciona en contra y, en consecuencia, lo que hace es situarse del lado de Madrid y en contra de los intereses de la región. Mal lo uno, peor lo otro.

La última visita del secretario general de Agricultura, Carlos Cabanas, esta semana a Extremadura es un nuevo ejemplo. Con la que hay liada con el cava, y los intereses catalanes de por medio donde finalmente no se ha aceptado la ampliación de superficie, y la negativa ahora a financiar más frutales en Extremadura, el Ministerio de Agricultura comunica a la Junta que no entra en el proyecto de regadío de Tierra de Barros una tarde y el día siguiente llega su emisario a Almendralejo a reunirse con los agricultores de la zona. ¿Cómo se le va a recibir? Mal. El gobierno extremeño hace lo que le corresponde, saca a la luz un nuevo agravio y el apoyo social es explícito por mucho que el PP de aquí y el secretario general de allí den miles de explicaciones que suenan a burdas excusas.

El proyecto de regadío de Tierra de Barros está previsto desde mediados de los 90 y 20 años después seguimos discutiendo quién lo hace y eso que se construyó un embalse ex profeso para ello en la zona, el de Villalba de los Barros, que está a la espera y en consecuencia sin casi uso. Monago impulsó el proyecto en la legislatura pasada y tenía previsto destinar a ello parte de la deuda histórica que tenía que pagar Montoro. Pero se agotó la legislatura, perdió las elecciones y no se supo nada más de la llegada de esos fondos que el PP dice que Vara no reclamó y éste que nunca existieron y así se lo confirmó el propio ministro. El caso es que la actual administración optó por la financiación a tres partes entre el Ministerio, la Junta y los propietarios de las tierras, en total 15.000 hectáreas, y así estaba previsto, o al menos lo parecía, hasta que estalló la bomba el jueves.

Menos mal que el secretario general de Agricultura matizó las declaraciones del día anterior. Carlos Cabanas no argumentó un ‘no’ tajante, sino que dijo que tal y como estaba redactado el proyecto no era viable, lo que permitía entrar a discutir el modo y la forma. Sin embargo, desde la Junta se apostó por el «sí o sí» y se habló de agravio hasta el punto de que, de no haber dinero de Madrid, ya se buscarían en otra parte. Vara optó el viernes por el diálogo, dijo que no renuncia a que el Gobierno apoye el proyecto, avanzó que negocia con otros posibles financiadores como el Banco de Inversiones Europeo y aseguró que no descarta incrementar la aportación económica autonómica si fuera necesario.

Nueva victoria del gobierno socialista ante la ciudadanía. Y es que el sentir patrimonialista del secretario de Agricultura diciendo que la oferta de financiar el proyecto de Tierra de Barros es como si le invitan a comer para después tener que pagar él no ayuda en absoluto a sus argumentos y, por contra, sí a los de la Junta. Se entiende que el Ministerio de Agricultura es de toda España y ahí entra también Extremadura, la cual, nuevamente, sale claramente malparada sin el apoyo del Estado.

El complejo de extremeñismo frente a Madrid existe, pero igual que en otro tiempo nuestra sociedad parecía instalada en el conformismo, ahora impera la rebeldía. Ante eso difícil papel se puede jugar yendo a la contra porque todos los argumentos podrán ser oídos, pero difícilmente alguien los van a comprar.