El Día Mundial del Agua se viene celebrando anualmente desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó, el 22 de diciembre de 1993, la resolución por la que se acordó que todos los días 22 de marzo se conmemorase dicha efeméride.

En el año 2009 la celebración pondrá el énfasis en los recursos hídricos transfronterizos, es decir en el agua que han de compartir dos o más estados, cuando existen fronteras o en sentido más laxo dos o más regiones pertenecientes a un mismo estado y entre las que no hay fronteras nacionales.

Los recursos hídricos transfronterizos, hay 263 cuencas y lagos internacionales en el mundo, deberían ser siempre un motivo de unión entre los pueblos y nunca habrían de constituir un elemento de discordia entre territorios, aunque en algunas ocasiones, afortunadamente no muchas, así ocurre.

La existencia de convenios o acuerdos internacionales en los que se regule el uso conjunto y compartido de las aguas transfronterizas se revela como una herramienta muy adecuada para evitar las guerras del agua entre países o regiones y promover un uso compartido y solidario basado en la cooperación entre estados. No se olvide que el agua es un bien básico para la existencia de la biosfera, que además es limitado y muchas veces escaso y que es un recurso estratégico que va unido indisolublemente al potencial de desarrollo de los territorios.

XEN EL CASOx de Extremadura, los ríos internacionales compartidos con Portugal y generadores por tanto de aguas transfronterizas, en cuyas cuencas tiene territorio nuestra comunidad autónoma son: el Duero (solamente 35 km2, de un total de 78.952 km2 de la cuenca situados en España), el Tajo (16.738 km2 de un total de 55.645 km2 ubicados en la parte española) y por último el Guadiana (23.447 km2 de un total de 55.528 km2 que se encuentran en nuestro país).

El aprovechamiento de estas aguas transfronterizas está regulado por el Convenio de Albufeira suscrito por España y Portugal en dicha localidad portuguesa el 30 de noviembre de 1998 y publicado en el BOE de 12 de febrero de 2000, el cual contiene los mecanismos que regulan el aprovechamiento sostenible de las cuencas hispano portuguesas del Miño, Limia, Duero, Tajo y Guadiana. Como antecedentes del mismo estaban los convenios suscritos en los años 1964 y 1968 que regulaban el primero de ellos el aprovechamiento hidroeléctrico conjunto de los tramos internacionales del río Duero y de sus afluentes y el segundo, suscrito cuatro años después, el aprovechamiento hidráulico de los tramos internacionales de los ríos Miño, Limia, Tajo,Guadiana, Chanza y sus afluentes.

En el Convenio de Albufeira se establecen dos órganos fundamentales de cooperación: la Conferencia de las Partes y la Comisión para la Aplicación y Desarrollo del Convenio, la primera un órgano eminentemente político y de rango superior y la segunda con un perfil más técnico que hace el seguimiento del día a día y el desarrollo del convenio. En el seno de la Comisión pueden crearse grupos de trabajo para el estudio de temas concretos que se consideren necesarios.

El espíritu del Convenio está basado en la cooperación, en el diálogo y en la solidaridad entre dos estados, con relaciones históricas muy antiguas, y que actualmente en el marco de la Unión Europea, encuentran en dichos principios una manera de cohonestar civilizadamente los intereses de cada uno de ellos y obtener beneficios mutuos de los aprovechamientos de las aguas que discurren por ambos países, así como defenderse conjuntamente contra fenómenos hidrológicos extremos como las inundaciones o las sequías.

Siguiendo este ejemplo también en otras partes del mundo, las aguas transfronterizas debieran de convertirse en un elemento de unión y de solidaridad entre pueblos y de participación conjunta en su aprovechamiento y protección por lo que los acuerdos o convenios internacionales han de ser el camino a seguir para evitar enfrentamientos territoriales por un bien tan preciado y necesario.

Y extrapolando el símil, en nuestro país las diferencias entre comunidades autónomas en materia de aguas, habrían de resolverse con un gran pacto o convenio entre ellas, auspiciado y coordinado por el Estado, que propiciase un aprovechamiento conjunto y solidario de los recursos hídricos y que sirviese para eliminar elementos de discordia entre regiones, para vertebrar de verdad el territorio y para equilibrar el grado de desarrollo regional que dependa del agua.

*Director general de lnfraestructuras y Agua