Corría el año 1973, yo entonces era estudiante del extinto COU, recuerdo que en la asignatura Historia Contemporánea teníamos un profesor de aspecto regordete y bonachón, y que con el paso de los años le añadí dos adjetivos que me parecen más precisos: osado e iluso. Estábamos estudiando la Revolución Francesa y, a propósito de ella, nos hizo mucho hincapié en que aquel trascendental acontecimiento histórico, que dio paso a la historia moderna, fue obra de la burguesía para acabar con los privilegios del Antiguo Régimen Feudal. De la Revolución Francesa nacería el proceso constitucionalista, que traspasando las fronteras galas se extendió por el mundo entero, aunque en España tardó en germinar, y eso que los franceses lo intentaron hasta por la fuerza.

A propósito de la Constitución nos inculcó,¡en aquellos tiempos, es decir, con Franco todavía vivito y coleando! que era la Ley de leyes de un Estado y que nada ni nadie está por encima de ella ni ningún gobernante puede contravenirla. Me ha venido a la memoria todo esto a raíz de la aprobación, por el Parlamento Catalán, de la ley de Educación. No han faltado entusiastas voceros que proclaman, sin pudor alguno, que esta ley está blindada por el Estatut reforma, que impulsó Zapatero. Es decir que dentro de la Constitución puede existir un agujero negro. Ante esto me siento engañado ¿Me engañó mi osado e iluso profesor? ¿Me están engañando los indolentes y acomodaticios políticos, que entre otras cosas han jurado la Constitución?¿Acaso me engañará el hiperpausado, superíntimo y megareflexivo Tribunal Constitucional? No sé quién, pero sin duda alguien me engaña

Manuel Villena Lázaro **

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