TAtfortunadamente satisfecho, lleno de productiva acción me hace contestar a mis amigos cuando se sorprenden por alguna de mis actividades. Creo que no hay tiempo que perder. Incluso el ocio, el descanso, la variedad de las actividades, permite no exasperarte si no te comprenden, o si interpretan de la forma que a uno no le gustara hacer, el fruto de tu trabajo.

Y es aquí en la condenable esterilización de la actuación de los individuos, del intelectual, del político... donde, a veces, quieren conducirte los gerentes de la oposición. Aquellos que en lugar de debates, prefieren pactos. Siempre que sea sólo a algunas bandas. Ofrecen con prodigalidad soluciones a los problemas. Refutan todas las tesis, sean lo innovadoras que sean. Pontifican, más bien, peroran, hasta la vaciedad. Menos mal que en Extremadura, todas las cuestiones de calado (estas últimas semanas hemos pasado desde el Womad, a la educación, pasando por la política de vivienda del ministerio) no se sustraen a la fisonomía anterior y que, en síntesis se reduce a lo tradicionalmente conocido como acción/reacción. Pónganle ustedes el adjetivo y el protagonista a cada una. El caso es que todo vale para conflagrar.

Pero la vida sigue. Todas las mañanas tendremos motivos suficientes para seguir pensando (imaginando se dice ahora), para luchar porque nadie utilice los libros para agredir a los que no comparten tus ideas. Los mismos que durante muchos años monopolizaron una muy particular forma de ver las cosas. Ah, la democracia: todos podemos hablar, eso sí, unos más alto que otros e incluso algunos utilizando el sistema para defender la violencia.

Paul Preston señalaba, quizá con ironía, que muchos de los que lucharon contra la democracia, tienen un lugar en ésta. Sin embargo, no estaría demás que, en un uso adecuado de la más estricta pedagogía y en una utilización literaria del término, adoctrináramos a la ciudadanía en el significado de personajes, épocas, costumbres y/o tradiciones. A mí todavía me cuesta unos minutos de conferencia aclarar el sentido, por ejemplo, de República, como sistema político (al margen de las preferencias de cada uno) y su sentido en el tiempo y en el espacio. Todavía queda gente que sigue asociando República a caos, desorden, radicalidad... y que se quedan sorprendidos cuando les preguntas ¿qué sistema tienen en la actualidad en Estados Unidos, Alemania o Italia?, o cuando les recuerdas que en la II República española hubo dos gobiernos de centro/izquierdas y otro de derechas. Siguen viendo al demonio .

*Doctor en Historia