No hay acuerdo político sobre los muertos. Y está de más aclarar que se trata de los muertos de la epidemia, porque la epidemia será política -y será noticia, por tanto, y carne de opinión, por supuesto- mientras sirva a los partidos, aunque la epidemia ya esté en extinción, a punto. España es diestra -y siniestra- en esto de que los muertos sean políticamente útiles, los haya matado un virus, un atentado o la guerra civil. Son muertos. Y su utilidad, hoy, ahora, en esto, es demostrar que el Gobierno miente -ha mentido- sobre su número. La prueba es la cifra del Ministerio de Sanidad, que no coincide con la de la OMS, tampoco con la del Instituto Nacional de Estadística (INE) y, lo más sorprendente, ni siquiera con la de las funerarias, que no trabajan con abstracciones aritméticas ni datos transferidos, sino directamente con el género.

Para la oposición, la epidemia ha matado más de lo que consta en los registros del Gobierno, que son tantos como comunidades autónomas. Así, el Ministerio de Sanidad contabiliza 27.136 muertos desde el inicio de la crisis, mientras que la OMS contabiliza 29.867, o sea, 2.732 muertos más. Y aunque la oposición podría comprender seguramente un muerto arriba o abajo, incluso una docena de más o de menos, entre tanta muerte, hay que admitir que 2.732 muertos son muchos. Pero es que además están el INE y las funerarias, que no solo cifran los muertos en números absolutos -obscenos, más bien, pues no se trata de manifestantes- sino que contabilizan más alto: 48.000 y 43.000, respectivamente. Es decir, la oposición no puede ser compresiva. Ni la oposición ni nadie que comprenda. ¿De dónde saca el Gobierno tan pocos muertos?

Según el ministro de Sanidad, «computan como fallecidos los diagnosticados de coronavirus». O sea: solo. Al ministro le falta pedagogía para explicar que 27.136 son los muertos reales por el virus, es decir, los que murieron a causa de la enfermedad y los que fueron diagnosticados de ella cuando murieron. Lo que no significa que no haya más, claro, pero no diagnosticados. Sin esa pedagogía, no es raro que la oposición siga con sus conclusiones -el Gobierno miente- y sin concluir nunca. ¿Para qué falsearía el Gobierno el número de muertos, si no fuera para obtener el más bajo? ¿Para qué ocultaría datos, si no fuera para que le premien la gestión?

Y mientras tanto, la epidemia...

* Funcionario