TStuele ocurrir que la salud se desgasta en mí y en otros, y cuando visito a un familiar o a un amigo que se recupera en un hospital, observo desde el pasillo los variados casos, vendajes y presencias de enfermos. Todo un repertorio de goteros, sondas y esparadrapos que, si te encuentras sano, te sirve bien para certificar la suerte que disfrutas. Estar enfermo es para mi religión el misterio de la inoportunidad y ser enfermo es la expresión humana del dogma agnóstico. Tropezamos con las dolencias muy a pesar de la agilidad con la que queremos evitarlas y a pesar de la protección que nos brindan nuestras instituciones; precisamente por ello me parece que debemos entrenarnos.

Conviene bien ahora recordar, que hace escasas décadas, en mi caso cuando tenía veinte años, me midieron talla y pecho y me encontraron útil para todo, pese a que con aquellos años, en obediencia a las leyes, se seguía siendo menor de edad; quizá por eso nos llamaban infantes , que debe ser familiar cercano de la palabra infantil .

Aquel servicio militar patrio, ideado para salvaguardar las reservas espirituales occidentales, se utilizaba mejor para aprender y perfeccionar técnicas de escaqueo, estrategias de consumo de alcoholes varios y cultivo de tendencias cercanas a las de Fahrenheit 451.

Al menos un año de nuestra juventud aportamos sin que por ello yo percibiese prosperidad patria. ¡Qué malos fuimos sin llegar a estar enfermos!

Ahora que el decaimiento guerrero triunfa por doquier, deberíamos estar en buena situación y disposición para hacer patria desde la paz, y como me gusta mucho la idea de que se instale al lado de una vivienda de protección oficial la cercanía de un anciano, no les debe sorprender que también me guste la idea de que algunos de los meses más sanos de nuestras vidas sean dedicados al cuidado los enfermos, a la atención de los ancianos, a la proximidad con las personas afectadas por enfermedades incurables,... que para eso vale cualquier anchura de pecho con tal de tener ancha la frente.

Esta nueva mili que podría proponerse desde las instancias que gobiernan el Estado del bienestar, no creo yo que reciba rechazos, no creo que hubiera que hacerla obligatoria y aseguro que ninguna persona es inútil para acompañar a un enfermo, para levantarle la sonrisa o para sentirse ciudadano entero y vero.

*Profesor