TEtl miércoles pasado, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, el portavoz del PP, Eduardo Zaplana , se rasgaba las vestiduras porque "sin venir a cuento", decía, la vicepresidenta del Gobierno le había llamado mentiroso. Aquella misma mañana el otro portavoz parlamentario del PP, Pío García Escudero , le había dicho a Rodríguez Zapatero en el Senado: "¿Pero no se cansa usted de estar siempre mintiendo?" En la réplica, tampoco el presidente se anduvo por las ramas: "No dicen ustedes más que falsedades".

Así está el patio. Y esta es la clase de reyerta verbal que nos espera en los seis meses que faltan para las elecciones generales. Da igual el tema de la confrontación, aunque la economía parece abrirse paso como uno de los dominantes en el tramo final de la Legislatura. El Gobierno presume de datos en materia de crecimiento, empleo, afiliaciones a la Seguridad Social, superávit presupuestario, etcétera, pero el PP le acusa de estar viviendo de las rentas y no haber sabido renovar el legado de Aznar con las necesarias reformas estructurales de nuestro sistema productivo.

"Les cuesta tanto reconocer que la economía ha mejorado como asumir que el 14 de marzo de 2004 perdieron las elecciones", les dice el presidente del Gobierno a los dirigentes del PP. Y Rajoy , por su parte, trata de centrarse en la microeconomía porque ahí cree haber encontrado uno de los puntos débiles de su adversario.

Como en política tan importante, o más, es la apariencia como la realidad, los asesores de Rajoy le han recomendado que profundice en la desfavorable percepción social que, con tendencia a empeorar, se detecta en relación con el actual momento económico. Los otros dos flancos en los que Rajoy parece querer centrar su campaña electoral están claros. Por un lado, la idea de España y su molde territorial, en plena evolución de Zapatero desde la nación como "concepto discutido y discutible" hasta el "me gusta España" de sus recientes declaraciones a la cadena Ser. Y por otro lado, todo sobre la necesidad de derrotar a ETA. También con el referente crítico de otro tránsito de Zapatero: desde que hablaba de Otegi como "hombre de paz" hasta que lo mete en la cárcel y tira la llave al río.

Evidentemente este segundo Zapatero cotiza en las urnas más que el primero.