En esta pequeña villa de menos de 2.000 habitantes, rodeando el balneario con sus termas romanas, a las que se puede ir por tratamientos médicos o indicaciones terapeúticas.

Por sus circuitos romanos o circuitos de belleza con masajes de esencias y otros menesteres, que pueden imaginar o consultar, un cinturón de macizos de hortensias de tonos suaves, que las manos prodigiosas de sus jardineros hacen rodear el bosque de troncos altísimos cuyas ramas ensombrecen a los huéspedes en zapatillas y albornoz, que recorren con absoluta naturalidad sus paseos, hospitalarios arbustos ornamentales blancos, rosas o azules, semejan susurran al visitante afortunado, como H.D. Thoreau: «No esperes a que te invite. Observa lo que me alegra verte cuando vienes».