THtay días, como el pasado jueves, en que el ministro Solbes no debería levantarse de la cama. El paro aumenta un 3,2% en enero, la afiliación a la Seguridad Social cae y la inflación se dispara cinco décimas, el peor dato en nueve años. Si, además, se suma la caída de la productividad en 2005, que nos sitúa ya por debajo de la media de la Europa de los 25, cinco puntos por debajo de los datos del año 2000, bien haría el Gobierno de Zapatero en sentarse a analizar las causas y a buscar soluciones.

En el análisis de los datos hay síntomas preocupantes porque indican tendencias nada tranquilizadoras. El desempleo lleva 4 meses creciendo. La economía sigue un camino de crecimiento, pero sólo por el consumo y la demanda internos. El déficit exterior está disparado desde hace muchos meses y el turismo, que era la válvula que insuflaba aire a las pérdidas de la balanza comercial, mantiene buenas cifras de turistas pero los ingresos se estancan. Y, aunque los niveles de renta respecto a la Unión Europea siguen mejorando, no parecen responder a una mayor eficiencia económica, sino a la utilización intensiva del trabajo de la inmigración. El dato es que, en estos últimos 5 años, el empleo ha crecido el doble que nuestra convergencia europea, es decir que creamos más empleo, pero producimos menos y perdemos cuota de mercado.

¿Quién tiene la culpa de todo esto? No hay que echársela sólo al Estado ni al Gobierno, por supuesto, aunque desde hace tiempo se vienen pidiendo medidas económicas y laborales que hagan más eficiente nuestra economía. El Gobierno, preocupado por otras cosas, olvida la economía. Las empresas son las que producen, crean empleo y, por tanto, tienen que mejorar su competitividad y su productividad y no lo hacen en la medida suficiente. Pero también ellas demandan, sin éxito, medidas que favorezcan esa competitividad. Y nadie les escucha.

Lo peor de todo es la tendencia. Si la inflación se desboca --volvemos a superar el 4%-- el paro repunta, aunque sea levemente, la demanda interna se resiente y los precios de la energía se disparan (no está lejos que veamos el precio del barril de petróleo próximo a los 100 euros), ¿qué creen ustedes que va a pasar? Entre tanto, los unos andan enredados en sacar adelante el Estatuto catalán y los otros en recoger millones de firmas para que no prospere. La familia peleada y las cuentas sin hacer.

*Periodista