Historiador

Es usual utilizar el adjetivo profundo para designar a un territorio sumido en la oscuridad de unas costumbres arcaicas y un desarrollo alejado de lo mínimo que consideramos aceptable para el desenvolvimiento humano. ¡Cuántas veces se ha nombrado peyorativamente la Extremadura profunda! Lo mismo ocurre con nuestro vecino Alentejo, tildado de atrasado y de hundido en la miseria.

Pero una tierra y otra, una y otra región, asisten a un esperanzado despertar que si en nuestro caso es contundente, en el alentejano también muestra signos de levantamiento irrefrenable. Por eso, quiero hablar del Alentejo profundo como un modelo firme de desarrollo sostenible y sostenido, progresivo e imparable, respetuoso con el medio, plenamente arraigado en la férrea voluntad de sus habitantes, aunque aún continúan sombras de absentismo, heredero del caciquismo secular.

Así, visitaba hace unos días, por los caminos secundarios de las pequeñas freguesías de las tierras alentejanas de los mármoles, entre Borba y Estremoz, un territorio ejemplar. el de las viñas extensas que están dando lugar a los vinos de Borba , que adquieren cada vez mayor calidad. Allí, un empresario voluntarioso y decidido, Marcolino Sªbo, ha logrado el milagro repetido en estas tierras de un caldo extraordinario, que bajo las denominaciones de Quinta de Pinheira , Visconde de Borba y Monte de Vegueira , del de más solera al más nuevo, añaden a esta zona vinícola otros nombres más para su ya famosa denominación de origen.

¡Qué fuerza la de nuestras dos regiones en este tesoro que ahora de nuevo hace el milagro de otra nueva fermentación!

Complementados, ningún otro lugar puede competir con semejante oferta, lanzada desde este extremo occidental extremeño-alentejano.