El informe sobre la situación de los embalses extremeños, tanto de titularidad estatal como autonómica, que conoció ayer el Consejo Asesor del Agua dibuja un panorama preocupante: cinco zonas de la comunidad autónoma (Cornalvo y Tentudía en la cuenca del Guadiana y Alagón, Tres Torres y Alayuela en la del Tajo) pueden sufrir restricciones para cultivos y consumo humano si en los próximos meses no se restablece el nivel de precipitaciones que es propio de Extremadura. Además, hay otras seis áreas de la región en las que no está garantizado el riego para la agricultura. Y es que la sequía del año hidrológico que acaba precisamente hoy ha sido la segunda más severa de los últimos once años. Extremadura ha vivido en las últimas dos décadas una situación hídrica de normalidad, fruto de que las precipitaciones no han sido escasas y de la regulación de las cuencas. El embalse de La Serena y los pequeños pantanos de titularidad autonómica han logrado desterrar de la sociedad extremeña no solo las imágenes de la falta de agua, de la restricción, del camión cisterna distribuyendo agua en los pueblos, sino han hecho posible un incremento de la superficie de regadío, que tanto ha aportado a la economía rural extremeña. Ahora, un año seco está colocando el sistema en situación crítica. No están bastando las obras de infraestructura que conectan pantanos y permiten trasvases interiores, por eso es un lógico motivo de reflexión si es conveniente o no el mantenimiento de cultivos de gran demanda de agua.