TCtuando era niña, pensaba como niña, hablaba como niña, sentía como niña. Inmune a la nostalgia, juzgaba a los mayores con superioridad incrédula, inconscientemente consciente de la decadencia estéril que implica añorar el pasado. Entonces todo era presente y la vida, gozoso futuro a nuestro alcance. Mi padre tenía un milquinientos familiar, que cargaba con mi madre, seis hijos, la abuela, el perro, dos canarios y algún diabólico hámster de mi hermano Enrique , que, pese a haber devorado parte de la ropa blanca, se había salvado del cadalso por respeto a la delicada salud de su propietario. No recuerdo límite de ocupantes ni manejos entre los 110 y 120, velocidades supersónicas para la época. La operación salida de Barcelona se iniciaba cualquier húmeda y tropical madrugada de finales de junio y el único aire acondicionado que recuerdo eran las ventanillas abiertas a los cuatro vientos de la carretera del Mediterráneo, pelos al aire y la misma y diferente sensación de alegría y libertad repetida cada año y que voló hace mucho para no volver. Había que atravesar Valencia por su mismo centro, donde no existía Ciudad de las Artes ni circuito de Fórmula 1 y sí una galbana pegajosa y salada. Pero daba igual. Reíamos, nos pegábamos, vomitábamos y nunca oímos hablar de activar cosa semejante a la alerta roja, amarilla o naranja. En la playa nuestra alimentación consistía básicamente en leche de cabra, pez espada, sardinas, y el domingo pollo, para mi desgracia. En la España veraniega y polvorienta, ayuna de obesos, engullíamos mercurio sin control, sin recomendaciones alimentarias ni Leire alguna. Popeye, el muy ignorante, nos animaba a consumir espinacas, aunque como mi madre las odiaba tanto como a las acelgas, nos libramos de nitratos. Solo en contadísimas ocasiones se comían en mi casa las famosas ya gambas de Garrucha, así que poco cadmio ingeríamos. Los brotes de soja eran cosa exótica y nos atiborrábamos de pepino en el gazpacho. Crecimos fuertes, sanos pero nostálgicos, me temo. España no era más feliz. Nosotros sí.