«Something is rotten in the state of Denmark», le decía Horacio, el buen amigo y consejero a un enojado Hamlet, en una de las más brillantes obras de William Shakespeare con respecto a la política del Estado de Dinamarca en referencia a la actitud de sus entonces políticos. Aunque en la obra el autor pretendía con esa frase criticar la falta de valores de los que en aquel momento gobernaban su país, curiosamente la frase se usa hoy día coloquialmente para decir que algo raro está pasando y es la que se me ha venido a la cabeza cuando he escuchado al presidente de la por ahora Comunidad Autónoma Vasca, Urkullu, adelantar las elecciones medio año, y créanme, si algo no son en el PNV, es irreflexivos, impulsivos y mucho menos, tontos.

El PNV, aunque disienta de sus aspiraciones y del trato de favor conseguido legislatura tras legislatura, siempre se ha caracterizado por su sobriedad, capacidad de negociación e inteligencia política para sacar el mayor rédito posible en cualquier y con cualquier, escenario e interlocutor posible, mientras otros partidos políticos, no tan avezados, se defienden en los juzgados de rebelión, prometiendo rebelión, de sedición pidiendo la sedición, de convocatorias de referéndum ilegales jurando convocatorias ilegales, que por cierto, menos «avezado» es quién se lo permite, o de pedir la abolición del español, reconociendo que de facto se habla en español, cuando se presume de todo lo contrario. Pragmatismo y empirismo frente a delirios y despropósitos.

Por eso es difícil entender el adelanto electoral, cuando a priori, se tiene la perspectiva de conseguir más réditos electorales a medio y largo plazo, debido a la obligada necesidad del Gobierno actual de contar con ellos para la aprobación, por ejemplo, de los presupuestos generales, que ése sí es a corto plazo, y que seguramente se elaborará, debatirá, recibirá enmiendas, se vetará, volverá, etcétera, mientras se celebren las elecciones.

Como digo, un adelanto electoral de tan sólo cinco meses, sin necesidad de ello, no como le ocurre a algún avezado que no quiere hablar español al que parece español o no catalán, sólo puede significar que se cree se obtendrá mayor beneficio antes de cinco meses que pasados los mismos. Quizá sea la no coincidencia con unas hipotéticas elecciones catalanes, quizá la inestabilidad del actual Gobierno, o la incertidumbre de la aprobación de los presupuestos, pero «algo huele a podrido» y no precisamente en Dinamarca.

*Maestro.