TSte supone que los jueces de vigilancia penitenciaria y el que lleva e instruye, de manera admirable por cierto, la Operación Malaya , arbitrarán medidas para evitar que los nuevos inquilinos de la cárcel de Alhaurín de la Torre corrompan al resto de los internos. Porque si la cárcel se convierte en la Universidad del Delito si no se ponen todos los medios para que sirva a la mejora y rehabilitación de los presos, y siendo la verdad que no se ponen todos los que se debieran, los presuntos ladrones de guante blanco que han entrado en la de Alhaurín pudieran sentar en ella plaza de catedráticos y crear escuela. En la cárcel de Alhaurín hay últimamente mucho movimiento de corbatas, bolsos de marca y blusas de seda, casi todo ello, como es natural, robado. A los miembros de la banda que ha saqueado Marbella hasta dejarla sin papel higiénico en los retretes de las dependencias municipales se suman, estos días, personajes tan variopintos como Rodríguez Menéndez o una de esas nietas tan extrañas de Imperio Argentina , aunque al parecer se intenta hacer hueco para recibir en breve a nuevos huéspedes. Por ejemplo, a Carlos Fernández , el concejal que mientras denunciaba la corrupción de los demás se dedicaba calladamente a la suya, y que, al parecer, se ha escondido en un convento para hurtarse a la acción de la justicia.

¡Qué tiempos más cutres éstos que corren! En los años 20 y 30 del pasado siglo, los que se escondían en los cenobios y en los monasterios españoles eran el supuesto hijo del Zar Nicolás , salvado de la masacre de Ekaterinburgo, o el antiguo amante de Mata-Hari , un gran calavera arrepentido, pero hoy, ya vemos, el único que se esconde en un convento es un tal Carlos Fernández. No me extraña que escaseen cada vez más las vocaciones.

*Periodista