En las actuales condiciones de la economía española, con una demanda interna estancada por el colapso de la renta de los hogares debido al elevado desempleo, y la incertidumbre que ello conlleva, y por la reducida actividad de las empresas que han suspendido sus planes de inversión ante la escasez de la demanda y el crédito, el crecimiento y el empleo tiene que venir del sector exterior, de la mano de la demanda de nuestros bienes y servicios por parte de otras economías más vigorosas. Si las actividades exteriores de la economía española fuesen una rama homogénea de la CNAE, sería el más importante productor nacional y contaría por 6,5 millones de empleos directos e indirectos. Sólo las filiales de las multinacionales extranjeras establecidas en España cuentan por 1,5 millones de empleos y una parte muy significativa de las exportaciones manufactureras de nuestra economía.

La economía española parece en condiciones de recuperar rápidamente los niveles de apertura comercial de pre-crisis, pero aquellos niveles no se correspondían con los que una economía de su tamaño puede permitirse, prueba evidente de la escasa competitividad existente entonces enmascarada por las cimas artificiales que las actividades domésticas alcanzaron.

XEXTREMADURAx, con una economía de tamaño muy modesto, en relación a la de las regiones de más peso económico, tiene unas importantes relaciones comerciales con el resto de regiones españolas, que no están en condiciones, salvo excepciones, de tirar de la demanda de bienes y servicios producidos en la región, por lo que necesita ampliar sus flujos comerciales y de capital con el resto del mundo en todas las direcciones. Esta es una necesidad muy sentida por todos los sectores empresariales e institucionales de la región, y buena prueba de ello es la serie de iniciativas adoptadas desde hace tiempo. Antes del verano de 2010, el Parlamento extremeño aprobó el Plan de Internacionalización de Extremadura, propuesto por la Junta. Posteriormente, los diferentes agentes de representatividad social, económica e institucional de la región han debatido acerca del mejor acompañamiento que desde estas esferas puede hacerse a la puesta en marcha exitosa de dicho plan.

El resultado de este proceso es la toma de conciencia de que sin un alineamiento de todas las fuerzas económicas y sociales en pro de la internacionalización de la región, será muy difícil lograr esa presencia en el ámbito global. Internacionalización quiere decir exportación, pero también importación, quiere decir igualmente producción por parte de empresas extremeñas en todo el mundo, lo que entraña el riesgo de deslocalización que se puede compensar con la atracción a la región de filiales de multinacionales extranjeras. Quiere decir, cómo no, flujos relevantes de extranjeros hacia Extremadura, pues son muchos los atractivos que, debidamente empaquetados, la región puede ofrecer a cientos de miles de visitantes activos, pero también quiere decir predisposición amplia hacia las culturas, los idiomas y la fraternización con otras gentes.

Los sectores productivos extremeños, desde el agroalimentario hasta las manufacturas, pasando por el turismo, tienen que adquirir las bases de una internacionalización exitosa desde dentro de sus unidades productivas, a lo que los estímulos institucionales pueden ayudar decisivamente. Pero sin un convencimiento profundo de que la aventura exterior es la única manera de asegurar la competitividad gracias al contraste con competidores y clientes exigentes, será difícil encontrar la motivación suficiente para hacer las transformaciones estructurales que se necesitan a nivel de cada planta productiva. La alternativa es ver cómo se pierde el mercado doméstico que se creía protegido hasta hace poco. No hay sectores maduros ni mercados protegidos, todo es global y esa evidencia debe permear los procesos de transformación de las estructuras productivas, los relevos generacionales en las empresas familiares y todo cambio al que la crisis está obligando a los agentes económicos. Ahí radica, también la oportunidad.

Una Alianza por la Internacionalización de Extremadura es posible y, en estos momentos, es, además, necesaria. Una alianza civil, si se quiere, que refuerce y potencie el acuerdo institucional existente para promover dicha internacionalización. Esta alianza tendrá su fuerza en el compromiso, en primer lugar, de todos los empresarios para intentar la aventura internacional, adquiriendo la escala necesaria, diversificando y adaptando su oferta de bienes y servicios a las demandas de los mercados globales y su modelo de negocio. Pero se nutrirá también de un compromiso de la sociedad extremeña, los jóvenes especialmente, hacia una mayor sensibilidad hacia la globalidad, los idiomas y los intercambios internacionales.

*Socio de AFI (Analistas Financieros

Internacionales, SA).