la pianista Alicia de Larrocha Lacalle (Barcelona, 23-5-1923) se despide de los escenarios de su ciudad, ésa que fue testigo en la Exposición Universal de 1929 del primer concierto de Alicia, una niña prodigio gracias a una familia prodigiosa, en la que mamó la música.

Cuentan que su madre le insufló la vocación cuando estaba embarazada de ella e interpretaba a Schumann. Tanto la mamá como una tía fueron alumnas de Enrique Granados. Precisamente fue un notable discípulo de éste, el mataronés de ascendencia británica Frank Marshall, quien la descubrió. Alicia debutó oficialmente en Madrid a los 12 años.

Tan importante ha sido la carrera de esta mujer --viuda del pianista Juan Torra, que tanto la ayudó con su carácter decidido--, que nadie duda de que es una de las mejores pianistas del siglo XX. Lo atestigua, por ejemplo, su inclusión en una colección antológica editada en 1998, que recoge a 74 intérpretes universales (ella es la única representante española).

También le han hecho justicia los premios recibidos (españoles y extranjeros, incluido el del Consejo Internacional de la Música de la Unesco), que le ha costado digerir por su incurable modestia.

En fin, Alicia nació predestinada a tocar el piano a pesar de tener unas manos y unos dedos pequeños. Por eso, ante todo utiliza el alma.