TLteo en un diario nacional un emocionante artículo sobre un arquitecto, Juan García de Cubas , enamorado de un piano. Tanto le sedujeron las 88 teclas del Yamaha C3 del café Central de Madrid que decidió saberlo todo sobre él: quiénes lo tocaron, quién lo fabricó y hasta de qué árboles salió la madera con la que se construyó. Tras muchos años oyéndolo en directo fue vendido y Juan localizó a su compradora. Ya está tan viejo que ni siquiera los técnicos pueden repararlo. Pero ahora ya reposa junto a su amante, cuidado al máximo, viviendo sus últimos días con el máximo mimo. Parece mentira que con la losa de mediocridad y estulticia que nos aplasta todavía haya espacio para estas historias. La educación musical en las escuelas es nula. No he leído en la reforma educativa ninguna línea sobre formación en este aspecto y sí sobre recortes. Es un milagro que aún sobrevivan en nuestros pueblos las bandas de música municipales, construidas sobre el esfuerzo de maestros enamorados de sus pentagramas e instrumentos. Es un insulto a la inteligencia que florezcan programas sobre talento interpretativo cuando éste se debe casi en exclusiva a la improvisación autodidacta. ¿Saben ustedes que las guitarras tienen alma? Pues sí, es un tornillo interno que puede manipularse con una llave allen. Llevo mucho tiempo buscando un luthier para que le toque el alma a mi Ibanez --de la que también estoy embelesado-- porque aún sus cuerdas están duras. Pero nada, no encuentro a ningún maestro. Estoy deseando tener el alma de mi guitarra a punto para sacarle por fin todos los matices que sueño a sus cuerdas. Buen propósito veraniego. Refrán: Oídos que bien oyen, consejos encierran.