Los propietarios de la central nuclear de Almaraz (Iberdrola, Endesa y Naturgy) llegaron ayer a un acuerdo para solicitar la renovación del permiso de explotación de la planta a fin de seguir operando hasta 2028. La firma, que para algunos pudiera parecer lógica y esperada, esconde un trasfondo de arduo trabajo y negociación, el cual ha permitido que la instalación pueda seguir operando 8 años más que, sumado a su desmantelamiento, dará trabajo a la zona durante los próximos 25 años.

Aunque las tres compañías con participación en Almaraz habían firmado un protocolo con la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) con un calendario para el cierre ordenado del parque nuclear español hasta 2035, las diferencias surgieron días después, al esgrimir Iberdrola y Naturgy que la petición debía ligarse a que las inversiones del Consejo de Seguridad Nuclear no produjeran desviaciones excesivas sobre las previstas en el plan de negocio. Endesa se mostró contraria a poner condiciones a lo pactado en el protocolo y, durante las discusiones con los otros dos socios, llegó a plantear quedarse gratis con sus participaciones, aunque Iberdrola y Naturgy tendrían que seguir contribuyendo en la parte proporcional que tienen con los gastos de mantenimiento y predesmantelamiento. Ambas compañías rechazaron la propuesta de Endesa y la negociación encalló más de una semana. De pronto los anhelos de los trabajadores de alcanzar una prórroga de 10 años se convirtieron en preocupación ante la posibilidad de cierre el año que viene.

La situación generada llevó el jueves pasado al Ministerio para la Transición Ecológica a conminar a las empresas a llegar a un acuerdo y cumplir con el protocolo que habían firmado. La intervención del propio presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, en esta labor fue de suma importancia por cuanto, señalan algunas fuentes, llegó a comprometer su continuidad en el cargo de presidente para con el futuro de esta instalación al menos hasta el tiempo comprometido. Finalmente, ayer saltó la noticia del acuerdo, lo que defraudó a algunos por el plazo de solo 8 años, pero alegró a otros tantos de que finalmente hubiera luz verde en la continuidad.

Así las cosas, Almaraz no consigue operar hasta 2030 o 2032 como requerían los trabajadores y parte de la ciudadanía del entorno de la central nuclear, pero sí 8 años más de la licencia otorgada que despeja un horizonte a medio plazo sobre el que no existe una idea clara de qué pasará después. Las centrales nucleares tienen fecha de caducidad, no solo en España sino en Europa, y aunque no cabe duda de que supone un pulmón económico para la zona de Campo Arañuelo, es obvio que deben buscarse otras alternativas. El gobierno actual ha iniciado la tarea, pero el saliente de las urnas de mayo deberá coger las riendas y echar toda la carne en el asador. Tiene de plazo ocho años, no mucho más.