TGtogol publicó en 1842 la primera novela moderna rusa. En ella, un granuja surgido de la corrupción del funcionariado y el declive moral de la sociedad urbana, desarrolla un plan macabro para enriquecerse, aprovechándose del sistema. El pícaro compra a los terratenientes por un precio irrisorio campesinos fallecidos pero que aún figuran en el censo, evitando a los propietarios el pago del impuesto, y embolsándose con el engaño lo que las entidades bancarias pagaban por cada siervo. La novela, retrato satírico y moral del imperio ruso, sorprende por su actualidad. Porque, siglo y medio después, la realidad imita a la ficción. Dudo que los familiares de los 4.500 griegos que cobraban las pensiones de sus almas muertas la hayan leído. Pero Grecia roza la quiebra y algo tendrá que ver este gigantesco engaño. No caigamos en el tópico de calificar a los perezosos del Sur de pícaros, vagos, truhanes y tahúres, derrochadores de lo que no tenían, como gustan de hacer algunos vecinos apepinados o catalanes. Ese es el camino fácil para eliminar las garantías del estado moderno que debe conjugar protección social a los indefensos y absoluto respeto por las leyes. Pues en el laborioso Japón, cuando el Gobierno se disponía a homenajear a Sogen Kato por sus 111 años, se descubrió que llevaba muerto 32 y el cadáver momificado disfrutaba desde entonces su jugosa pensión. Ahora parece que a las autoridades niponas les faltan 234.534 viejos que perciben sus yenes pero no aparecen. Los cimientos del Estado del Bienestar crujen en esta crisis de la que se culpa a los pobres. Defendámoslo sin permitir que episodios vergonzosos como los ERES, peonadas fraudulentas, engaños a la Seguridad Social y demás bazofia den razones a los que justifican su desmantelamiento. Fuera subvenciones absurdas, gastos suntuarios, oficinas sobrantes, fraude laboral. Y gente de baja, más sana que una manzana. Porque Europa, la estricta gobernanta, debería poner su acento en la persecución del fraude más que en subir el IVA. Para que las almas muertas descansen en paz.