Paciencia le pide el presidente Rajoy a los millones de españoles que están al borde de la desesperación por no encontrar trabajo. Dice que entiende su frustración ante las perspectivas que augura su propio Gobierno: tasa del 25% de paro hasta 2016 si las condiciones lo permiten. Además, el Ejecutivo ha remitido a la Comisión Europea un Plan Nacional de Reformas 2013 que prevé recortes de casi 2.000 millones en dependencia y sanidad.

Hasta ahora las reformas y ajustes aplicados han servido para ampliar la brecha de la desigualdad, caer el PIB y aumentar la deuda pública. Recortes generales que para la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre , son insuficientes. "Sí hay alternativa, y está en el espíritu del programa con el que el PP se presentó a las elecciones en noviembre de 2011", manifiesta Aguirre; y concreta su receta: reforma radical de las administraciones públicas y reducir, privatizar o suprimir del sector público todos los servicios que no deba prestar necesariamente la administración. No es economía, es ideología, y ultraliberal, lo que defiende.

Están ganando la lucha con la ayuda de la desesperanza generalizada del pueblo. La degradación social está cerca de adquirir la categoría de catástrofe. Ya no basta con movilizaciones sectoriales, la escalada tiene que ser general sobre la base de alternativas nítidas y sujetos políticos válidos para defenderlas. La lucha por el Estado Social de la mano de los que están en la orilla de la dignidad tiene que darse sin excusas. Les facilitarán la victoria quienes alimenten agravios pasados entre quienes son del mismo lado. Además, sabemos y constatamos quienes pagan esos rifirrafes.

Líderes sociales lo dijeron alto y claro el 1 de Mayo en las plazas públicas: enunciaron toda una batería de medidas que son el reverso de las políticas de reducción del déficit y llamaron a la unidad para luchar juntos. Sí se puede y tienen que querer, no nos queda otra. Es la esperanza, y sin ella no hay alternativa posible.