WEwTA ha hecho estallar dos bombas en tres días. La banda intenta justificarlo con un comunicado frustrante: de momento mantiene "la lucha" en los mismos términos que "hasta ahora", refiriéndose quizá a golpes sin muertes, aunque reconoce entrever "nuevas oportunidades".

Debemos mentalizarnos de que el proceso de paz en Euskadi será largo, como lo ha sido el de Irlanda del Norte. Y de que tendrá altibajos, como el de estos tres bombazos. ETA quiere recordar que existe, que tiene capacidad operativa y que no desea anunciar una tregua hasta que no obtenga alguna contrapartida previa. Teme parecer débil.

El problema es que ETA rema más a contracorriente que nunca, ya que, con bombas o sin ellas, no irá hacia ninguna parte mientras no anuncie el final de la violencia. El Gobierno ya le ha precisado que sin esa renuncia no habrá ninguna conversación formal. A ETA se le ha podrido su viejo escenario en las manos; sobra, puede perder más tiempo antes de reconocerlo, pero eso no le supondrá ganar nada. Y si vuelve a matar tampoco mejorará su situación. Zapatero aplica una política correcta, y lo que no debe hacer nadie, y esto va por el PP, es obstruirla o difuminarla.