Este periódico informaba el lunes de los últimos datos sobre abandono prematuro del sistema educativo, y señalaba que todavía un tercio de los jóvenes de nuestra región no pasaban al Bachillerato. El informe no se refería al fracaso escolar, que es cuando los jóvenes ni siquiera acaban la enseñanza obligatoria, sino a los que rechazan continuar trabajando a pesar de tener a su alcance recursos públicos y gratuitos para hacerlo.

Los indicadores que señalan la evolución del abandono de la educación ponen de manifiesto que Extremadura es la que más ha conseguido reducir este problema en la última década (7 puntos entre 1998 y 2008) y que la situación en la región está próxima a la media nacional. Pero también es cierto que los objetivos que se marcó el Estado para la comunidad autónoma en este 2010 están todavía lejos de cumplirse. Paradójicamente, los tiempos de bonanza no son los mejores para reducir las tasas de abandono prematuro porque las perspectivas de un empleo arroja de las aulas a muchos jóvenes. Ahora, con la crisis, las autoridades y los padres deben convencer a los jóvenes que lo mejor para ellos es continuar formándose. No solo porque no hay trabajo, sino porque cuando haya, cuanta mejor formación más posibilidades habrá.