El Reino Unido vive una situación de permanente alarma ante el terrorismo. Pude comprobarlo personalmente hace tan solo unas semanas: hay zonas de la ciudad de Londres, como la nueva City de Canary Wharf, en las que el acceso está tan vigilado que a determinadas horas hacen un rastreo de explosivos en los vehículos por simple rutina. Los aeropuertos de la ciudad también tienen un control espectacular para acceder a los aviones y los videos instalados en muchos distritos de Londres vigilan los movimientos de los viandantes.

La eficacia de la policía inglesa ha evitado que explotaran dos coches bomba en una de las zonas más turísticas de la ciudad y ahora se centran en la búsqueda de los terroristas que dejaron colocados los explosivos. En España, en las últimas semanas se procedió a la detección de un coche con explosivos en la frontera con Portugal, donde ETA preparaba una base operativa. En Ibiza, anteayer fue explotado un paquete sospechoso y en Barcelona fueron detenidos sospechosos de pertenecer a Al Qaeda hace tan solo unos días.

Nos estamos acostumbrado a convivir con las amenazas terroristas, que en España son múltiples porque vienen desde los frentes islámicos y de la organización ETA. Tenemos que estar unidos porque en cualquier momento puede ocurrir una catástrofe. En Inglaterra es impensable una confrontación entre los partidos de la oposición y el Gobierno por estos asuntos. Aquí fue noticia que Mariano Rajoy y el presidente del Gobierno pudieran entenderse en la última reunión pero las perspectivas del próximo debate sobre el Estado de la Nación prometen más confrontación.

Los terroristas saben de esta debilidad añadida de la sociedad española y disponen de datos para manejar los atentados terroristas con un doble efecto, porque además de matar pretender generar una disputa entre Gobierno y oposición. Nosotros somos mucho más débiles y vulnerables que los ingleses.