Los populistas son buena gente, pero no demasiado inteligentes, escribe Vasili Grossman en Vida y Destino. Ya sabemos qué hizo el estado soviético, Nikita Jruschov al mando, con este autor y su obra, censurada en aquel paraíso en la tierra por antisoviética y bajo el augurio de que no sería publicada en trescientos años. Afortunadamente la KGB erró en su profecía, pero ahora y aunque, como ese pequeñín de la novela Los recuerdos de David Foenkinos, estoy muy contenta de vivir en hoy, nos sentimos -¡ni el más pesimista lo hubiera previsto!- amenazados por el renacer censurador de fanáticos de las esencias más puras de las neuras de cada cual.

Aparte de constatar a diario que la libertad de pensamiento, creación y opinión es un sueño más utópico que el de Luther King, al menos no han hecho falta tres siglos para leer a Grossman. Estoy convencida de que algún populista culto lo habrá hecho sin sentirse aludido y hasta habrá admirado esa obra admirable. Mas parece que no va estando claro que vayamos a poder seguir disfrutando a nuestro placer, escándalo o gusto, desde las barbaridades de Sade a las reflexiones machistas de Fray Luis de León, pasando por los sarcasmos antisemitas de todo un Quevedo o las admoniciones homófonas de San Pablo. Y si no, consulten ciertas opiniones íntegroprogres sobre los cuentos de hadas. Que es para echarse a temblar. Y, visto lo visto, solo falta que a cualquier mandamás ‘cagapoquinos’, que por desgracia abundan, se le ocurra revisar a Cervantes y prohibir La gitanilla, que ofrece juicios muy hirientes sobre la raza calé.

En cuanto al arte actual la cosa adquiere por momentos tintes de lo más sombríos. Hoy en día se veta, que es lo mismo que censurar, a diestra y siniestra, de los Pastor por un lado a Tangana por otro. Y porque no es el mismo grado de rechazo el que muestran algunos sectarios o buenistas bien pensantes que callan ante una prohibición y se rasgan las vestiduras ante otras, los que creemos en la libertad tenemos que luchar hoy y siempre contra esa amenaza que se extiende como una mancha cada vez más oscura.

* Profesora