La percepción del amor, el verano y el gazpacho es más que lo que puede que suceda o no ante el amor, un verano o ciertos gazpachos inciertos. La percepción suele visitar al personal en primavera, mayo, en estos días.

Del amor, se le percibe sin sentirlo como ese instante de sesenta segundo o de cinco minutos, incluso, en que parece tal real que dos personas --en medio de una multitud mundial-- dan el tono exacto, se hallan, siendo lo mismo, semeja ser: dura un respingo pero, a pesar de ello, se recuerda siempre o aún más allá. Siempre parecerá ser más honda y grandiosa esa percepción amorosa del que vino, que siga llegando, del que se fue.

Idea del verano, la que se llevan dentro de la ropa interior, de las medallas y los collares al cuello: en abstracto y, tal vez, concretando. Es superior al propio estío, estación de azules brillantes y lunas que encienden aún más el fuego del sol durante el día. Pero, idea es representación, imagen y concepto. O nada más que eso. El gazpacho se beberá frío, mediodía, noche o madrugada, mejor acompañado, pero, probablemente, solo y tendrá reminiscencias más que verdades verdaderas. Bienvenidas las tres. Resistiremos, reconciliados, resplandecientes.