TPtara Benedicto XVI Dios es amor. Para José Luis Perales el amor es un paraguas para dos. Luego Dios es un paraguas. No es descabellado, ya que es Omnipotente. Cosas más raras sacan por la tele. Por otro lado, no vendría mal con la que está cayendo. Hasta Joan Báez cree que nos precipitamos al Apocalipsis. Y eso que ella ya no canta.

Comprometerse con la libertad y descubrir qué es el amor es lo único que importa en la vida, según Krishnamurti . Y yo le creo. Claro que él fue un señor tan especial que el mismo día que lo nombraban Papa de su religión dijo que se lo había pensado mejor y que toda religión corrompe la idea de Dios y que prefería renunciar al dinero, al cargo y disolver la parroquia. Cada cual en su casa y Dios en la de todos. No sé que habría pasado si a Benedicto XVI se le hubiera ocurrido algo semejante. En vez de ello ha parido una encíclica que dice que "la caridad cristiana no es medio para transformar el mundo de manera ideológica y no está al servicio de estrategias mundanas". Su reino no es de este mundo, aunque viva a cuerpo de rey. No pretende descubrir qué es el amor como Khisnamurti, sino que lo da por descubierto y lo muestra a la cristiandad. Lástima que no atine con una definición hermosa como la que hace Martín Garzo en su último artículo: "el amor es el esfuerzo de igualdad entre los que son diferentes". El Papa habla de ágape, de eros, de matrimonio y de eternidad.

Casi prefiero el paraguas del Perales. Después de todo, el destino de un paraguas es perderse entre sus semejantes. florianrecioyahoo.es

*Escritor