WAw sus 83 años, Manuel Fraga ha roto su tradición como presidente de la Xunta y por primera vez adelanta las autonómicas. Galicia votará en junio pese a que, hace poco más de un mes, el propio Fraga dijo que sería en octubre. Siempre ha alardeado de que en 16 años nunca había acortado una legislatura.

Esta vez es diferente. Fraga atiende a sus necesidades y a las del PP. La suya personal es acortar a dos meses la precampaña pues, octogenario, no está en condiciones de aguantar la tensión electoral medio año. La urgencia del PP es intentar recuperar la imagen perdida en el País Vasco aprovechando dos circunstancias: que los nacionalistas del Bloque están en horas bajas por disputas internas, y que sobre los socialistas cae la crítica de que Zapatero margina a Galicia por no asumir las inversiones que prometió Aznar.

Fraga aspira a apurar el cargo pese a que ya no esté objetivamente en condiciones físicas de ejercerlo. Pero, como estamos viendo tanto en Galicia como en Roma, hay quienes justifican su deseo de poder --legítimo, pero simple deseo de poder-- como un servicio a los demás, cuando lo que pasa es que, ancianos ellos, se consideran insustituibles pese a que sea necesaria la renovación generacional.