El asesinato del jefe de la policía local de Andoain, socialista y militante de Basta Ya, ha servido para calibrar de nuevo el desigual nivel de sensibilidad de las fuerzas democráticas vascas. El testimonio de los policías municipales, encerrados en el ayuntamiento exigiendo que el alcalde --de Batasuna-- condene el asesinato de su jefe, no es secundado por el PNV y EA, que se niegan a apoyar la moción de censura promovida por los concejales del PSE. Ni en unas circunstancias tan dramáticas han accedido esas fuerzas nacionalistas a efectuar el moralmente obligado gesto de afirmación democrática.

Con ETA al fondo y las municipales dentro de pocos meses, crecen las posibilidades de un endurecimiento aún mayor de la confrontación política en Euskadi. Además, el acercamiento entre PP y PSE que propugnan Mayor Oreja y Redondo para elaborar candidaturas comunes descarrila. No son lo mismo y como alianza tácita ya fracasó en las últimas autonómicas. La clave del problema está en las manos del PNV, que no se decide a dejar de lado las ambigüedades y a ponerse de pies a cabeza junto a los otros partidos democráticos, y frente a todo lo que sea ETA o contemporizaciones con ella.