El presidente de Seat, Andreas Schleef (Könisberg --hoy Kaliningrado, enclave alemán bajo soberanía rusa desde la segunda guerra mundial--, 30-9-1943), recibió ayer una gran inyección económica. El consorcio alemán Volkswagen invertirá en la filial española 1.254 millones de euros (más de 200.000 millones de pesetas) hasta el 2006. Los centros técnico y de diseño de Barcelona se sentirán aliviados después de otras noticias nada halagüeñas.

En septiembre pasado, Schleef soliviantó a los sindicatos de Seat cuando informó del traslado a Eslovaquia de parte de la producción del modelo Ibiza y, además, les echó en cara no hacer su trabajo "de forma profesional". Como telón de fondo de la disputa estaba la negativa de los empleados a trabajar cinco días más de los previstos. Schleef estaba muy irritado porque él es un experto en compatibilizar los calendarios con las necesidades de producción.

Doctor en Derecho y de ideología socialdemócrata, Schleef brilló en su larga etapa de directivo de Audi, en donde destacó por su capacidad para motivar al personal a la hora de mejorar la calidad del producto. En su primer año al frente de Seat (fue nombrado presidente en marzo del 2002), ha obtenido beneficios ("ganancias dignas de ver", según su expresión), pese a haber descendido las ventas de coches el 6%. Eso quiere decir buena gestión, ¿no?