El ministro de Educación Angel Gabilondo está resultando felizmente insólito puesto que no le hace ascos a un pacto por la educación con el PP. Si lo lograra daría satisfactoria respuesta a una de las demandas sociales más sentidas, más prolongadas y, por eso mismo, más postergadas por los ministros, de cualquier partido, que en la democracia han sido.